martes, 8 de diciembre de 2015

Peculiaridades del diseño escénico


El presente texto fue publicado bajo el título "7 condicionantes del diseño escénico" en FOROALFA

Álvaro Tobón
Obertura
Cuando abordamos la práctica del diseño escénico nos encontramos, como en todo proceso de diseño, frente a un encargo que nos exige cumplir unos requerimientos, capacidad para resolver una serie de problemas y vadear diversas situaciones para llegar, a través de procesos de síntesis, a su solución plasmada en un proyecto que equilibre lo formal, lo funcional y lo técnico. Así comunicaremos lo que queremos comunicar. El hecho teatral mantiene, en su esencia, siete hitos característicos y particulares por los que deberemos transcurrir, inexorablemente, si queremos llegar a buen fin:

El cliente, los clientes, el cliente

En el diseño escénico existe, pervive y cohabita una verdadera policlientela que, a la manera de una hidra, tiende a ir en todas direcciones a la vez. Por eso hay que ser muy cuidadosos en el caso de que se caiga en la tentación de descabezar a alguna: siempre se duplicará. Quién decide qué es lo que se quiere depende del momento y de quién esté al frente en ese instante, pero sin olvidar que todos tienen la razón y a todos hay que atender (no sé si antes o después de la del diseñador, eso depende). Identificadas, las cabezas son: el autor, que ya nos dice cómo debe ser la cosa; la dirección, que se encarga de la puesta en escena y, por ende, en la conceptualización básica que puede alterar el designio del autor, si es que no anda por ahí; la producción, encargada de que todo pueda ser real, es decir, quien decide, entre otras muchas cosas, cuándo y cuánto se paga; los personajes o sus intérpretes, aparentes usuarios habitantes que tienen que padecer las excentricidades de todo diseño y, finalmente, el público al que los toreros llaman, sabiamente, el monstruo de la mil cabezas. Y detrás de todos, acechante, se encuentra la crítica, evaluadora proteica que suele dictar como deben hacer los que hacen.

La base o programa

La información inicial se extrae del texto dramático en donde yacen de manera imperiosa las didascalias esgrimidas por el autor, en algunos casos éstas son muy precisas, como las que encontramos, por ejemplo, en los libretos de Tenesse Williams, implacables, verdaderamente proustianas; y en otros casos son hábilmente inexistentes como sucede en la formidable y vasta obra de William Shakespeare, tantas veces y de tantas maneras representada. Por otro lado, hay que buscar en los diálogos acotaciones sugeridas que no son propiamente didascalias sino menciones de orden espacial, objetual, ambiental y gestual que se pasean en la propia voz de los personajes y, como si esto no fuera bastante, saber leer la multiplicidad de subtextos que tal literatura suele proveer y de esa manera imaginar la transducción que será, según nuestra decisión, espacio, objetos, luz, paisaje sonoro, vestimenta y gesto[1].

La investigación: indagaciones, desambiguaciones y averiguaciones

El tiempo en la construcción teatral siempre es muy corto. Al igual que el presupuesto. Por eso la persona que se dedica al diseño escénico tiene que construir su propio sistema de consecución de datos que le ayuden a alimentar su imaginación y a respetar lo que debe ser respetado. No valen los métodos tradicionales ni los vanguardistas en lo que a investigación se refiere pues solamente su propio conocimiento, talento, intuición y experiencia le guiarán a través de las pistas que encuentre en el libreto, en las opiniones y hallazgos del resto del equipo y en los avatares de la casualidad. Hay hechos fundamentales: por qué el autor escribió el texto, por ejemplo, los estilos usos y costumbres de la época y lugares en que se ubica la acción, bien sea para reconfigurarlos o para alterarlos libremente o incluso hasta anularlos, si es esa la idea innovadora del momento, èpater la bourgeoisie; buscar lo que hay detrás de lo dicho siempre ayuda y perderse a veces no es insípido. Nada más, lo demás es una inversión de tiempo que quizá no pueda reemplazarse. Hay que, eso sí, saber escoger. Si la investigación debe ser fundamental, rigurosa y exhaustiva, el equipo de producción habrá de contar con especialistas eventuales que trabajen para contribuir a cada una de las instancias en juego, bajo la dirección de los diseñadores.

Lo que existe y lo que no: repertorio y creación

En las obras de repertorio se parte de un libreto o guión, son lo mismo. En cambio, en la creación se parte casi de la nada, por eso la llamamos creación. Allí el proceso es bastante más dispendioso pues nadie sabe a donde se va a llegar. El viaje es sin brújula, altímetro y reloj, de pronto un compás y una regla, pero para dibujar, si acaso. El diseño se va componiendo y descomponiendo impensadamente, de un momento a otro, sin aviso. Lo que en algún momento parecía decidido por su fundamentación sólida y envoltura consistente, de apenas un soplo y lo que este dura todo se viene abajo y como no hubo fuego no quedan ni siquiera cenizas. Vuelva y comience y así, constantemente, hasta el día en que, por consumación o consustanciación se deja lo que finalmente queda.

La temporalidad

El tiempo considerado como cuarta dimensión es sustancial en el evento teatral, no solo porque transcurre desde un principio a un fin sino porque es la esencia de su existencia. Sólo ocurre mientras se ve y se usa. Solamente es cuando se presenta a un público y sólo es mientras dura la suma de instantes que esa reunión significa, nunca antes pues siempre está incompleto, no importa en que etapa de su desarrollo se encuentre aunque también todas y cada una de sus etapas de producción sean en tiempo presente. En tiempo real, al decir de hoy. Es ahí donde radica su magia y su atribución real. Es decir que quien diseña debe estar consciente de que la verificación de su trabajo se habrá de dar cada vez que el hecho se escenifique. Se suele hablar, eufemísticamente, de espacio efímero por estas razones, pero en verdad se debería llamar espacio eterno dado que el presente es a la misma vez su inmanencia.

El espacio escénico: hacia una zonificación

Hay que comprender el espacio en donde va a suceder el hecho teatral. Ningún lugar es igual a otro así pertenezcan a la misma clasificación escenotécnica. Cada uno tiene sus propios rasgos: hay que intimar con la maquinaria teatral que alberga, averiguar sus límites; debemos asimilar las visuales, la altura y ancho de la boca, su aspecto, la profundidad del escenario y las distancias entre la escena y el público, ¿cual es la relación entre estos espacios?, ¿la sala está rodeada por muros o por personas? El mensaje emitido desde el escenario se vierte entre los vasos comunicantes que estén dispuestos por la arquitectura. Conocer a las personas que se encargan de hacer mover los hilos y las palancas siempre ayuda. De todo esto van a ir apareciendo las sucesivas espacialidades que habremos de proyectar. Es al espacio escénico a donde sempiternamente llegan nuevas tendencias, nuevas propuestas, nuevas formas que pretenden derribar a las existentes (incluso al edificio que las contiene) y algunas de estas puede que lleguen a convertirse en moda y hasta “clásicas” y existirán hasta que otras nuevas vengan a “acabar” con ellas; así desde los comienzos y hasta siempre la espiral neotérica habrá de continuar circunvolando el espacio escénico. De pronto alguien se inventa la pólvora.

El equipo: multi-inter-para-transdisciplinariedad

La construcción de un hecho teatral sólo es posible mediante la participación activa y decisoria de un verdadero colectivo de personas especializadas en cada una de las disciplinas que componen las áreas bastante bien definidas desde hace siglos. Quien diseña  (o quienes diseñan pues a veces es tan grande la complejidad de la obra que es necesario un diseñador para cada uno de los fragmentos que componen la totalidad) hace parte de este formidable atado de engranajes y depende e influencia a todas y cada una de las partes de esta summa teatralis que al final, si el equipo es coherente incluso en sus desacuerdos, aparece ante el universo de expectantes como la esfera perfecta que los envuelve y que habrá de rodar en esa artesa aparentemente infinita, eterna, larga, ancha y fluctuante que llamamos tiempo. 

Finale, ma non troppo

 En resumidas cuentas, además de poseer un entrenamiento tenaz en abstracción visoespacial, quien se dedica al diseño escénico es una persona que tiene que saber de arquitectura sin ser arquitecto, de ingeniería sin ser ingeniero, de dramaturgia sin ser dramaturgo, de filosofía sin ser filósofo, de antropología sin ser antropólogo, de comunicación sin ser comunicador, de sicología sin ser sicólogo y el etcétera habrá de ser luengo sin ser dilatado, por supuesto. Finalmente, si somos artistas, somos de la clase de artistas que creemos que debemos incorporar al morral en donde cargamos la vida, a la ciencia, la técnica y la tecnología, todas en el mismo bolsillo de la cultura.

Bibliografía obligada:
Ortega y Gasset, José. Idea del teatro, Revista de Occidente, Madrid, 1958
Barsacq, Bater, Boll, Jouvet, LeCorbusier, Sonrel, Soriau, Villers. Architecture et Dramaturgie, Editions d’aujord’hui, Collection Les Introuvables, Ernest Flammarion, Paris, 1950
Simonson, Lee. The Stage is Set. Dover Publications, New York, 1932


[1] Se utiliza aquí el término gesto a manera de licencia para describir la caracterización de los personajes, es decir, sus maquillajes, peinados y prótesis.

miércoles, 7 de enero de 2015

▶ Cubanos primer Plano Ivan Tenorio By BurronAzul.net - Video Dailymotion

El maestro Tenorio murió el pasado 31 de octubre de 2014.
Iván Tenorio trabajó con gran ahínco y dedicación en la creación de obras de ballet en Colombia, sobre todo en Cali y en Bogotá. Tuve el placer de trabajar junto a él en la creación del ballet "Cuando el cielo desciende", donde Margarita Restrepo Uribe diseñó y pintó a mano su vestuario como también lo hizo con el vestuario de "La región del olvido" (11':33" del video). Luego, también trabajamos en el intento de otra obra que nunca cuajó. Su partida me tomó por sorpresa pues extrañando su silencio decidí buscar en la red y con pesadumbre encontré lo que sospechaba. Extrañaré por siempre su pasión por la danza, vasta cultura y rigor para con el trabajo; la libertad y precisión creadora y, sobre todo, su gran humor, lealtad, amor y gentileza, además de su cariño por esa Cuba que siempre quiso.

▶ Cubanos primer Plano Ivan Tenorio By BurronAzul.net - Video Dailymotion

jueves, 1 de agosto de 2013


Materiales escenográficos
Una introducción necesaria

El costo, apariencia, durabilidad, peso y resistencia de los materiales utilizados en la construcción de escenografías son los principales factores que hay que tener en cuenta cuando se empieza un trabajo escenográfico, pero no necesariamente en el orden en que están enunciados, porque aquí, como en muchas cosas más, también cabe el dicho: “lo barato sale caro”.

Obviamente, también hay que tener en cuenta la destreza y capacidad de adaptación de los trabajadores que realizarán el trabajo o la posibilidad de encontrar la mano de obra, en algunos casos altamente especializada, que se requiere para el manejo de algunos materiales de uso infrecuente, como pueden ser las resinas y fibras poliestéricas, por ejemplo.

Aquí también cabe detenerse a pensar en la toxicidad de los materiales, velocidades de secado y desaparición de sus olores. Las condiciones de ventilación habrán de ser altamente eficaces en el momento de su utilización en la manufactura de objetos. Nada peor que llegar al teatro con una escultura gigantesca muy liviana para manipular y muy económica en su realización, pero que todavía apesta (no olviden jamás el olfato y muy delicadas gargantas de cantantes y actores) y que, además, en el momento de llevarla al escenario, las manos de los tramoyistas se les quedan pegadas a artefacto, aparte de que en el taller dos personas quedaron con una gripa rarísima.

Una buena costumbre es la de pasear por los diversos depósitos de materiales, ferreterías, aserríos y demás sitios en los que vendan cosas para la construcción, que normalmente se encuentran agrupados en diferentes sectores de la ciudad (en Bogotá al sur todo es más barato y en el centro hay de todo), verificando existencias, estándares, variedades de herrajes, pegantes y, sobre todo, descubriendo y conociendo nuevos materiales, que pueden ser adaptados para su uso en la construcción escenográfica o para reemplazar definitivamente materiales que ya se habían hecho tradicionales. Todo depende de la necesidad y de reconocer su resistencia al uso y al abuso, su liviandad y la relación costo-beneficio que puede resultar en su implementación en el taller escenográfico. Nada raro tiene que en uno de esos safaris, en algún recoveco olvidado de Dios, encuentre uno algún tipo de piezas que ya no existen ni se fabricarán jamás de nuevo, además ¡al precio de antes! Rarísimo pero no imposible.

Los nuevos almacenes de cadena, supermercados de la construcción, ofrecen continuamente cursos prácticos gratuitos para actualización y conocimiento del uso de materiales y herramientas. Hay que aprovecharlos.

Recuerden: los materiales concebidos para una actividad determinada pueden ser escenográficamente adaptados a otra. No importa los miren como si estuvieran locos cuando les pregunten que en qué van a usar tanta cinta (y tan cara) normalmente utilizada para forrar tubería metálica que va a estar enterrada y ustedes contesten que es para pegar un piso de vinilo en un escenario. Nada raro tiene que les digan, con cierta conmiseración: dos calles más al norte están las talabarterías, allá venden pegantes baratísimos. O peor, imagínenese la cara de sorpresa del dependiente cuando le expliquen que el rollo de material para forrar sillas que están intentando comprar lo van a utilizar para hacer 40 vestidos en un ballet…

Otra consideración importante al momento de decidir entre un material u otro es el tiempo de trabajo que requiere para ser convertido en algún elemento. Muchas veces el material real que se utiliza necesita mucho tiempo de preparación, mucho tiempo para su aplicación o moldeo y mucho tiempo para su secado o solidez final. Y los tiempos en teatro son inamovibles. El telón se levanta el día exacto, a la hora en punto, en la fecha y hora establecidas desde mucho tiempo antes del primer día de construcción. Y, normalmente, hay que tener también en cuenta que los actores y técnicos necesitan los elementos que fabricamos con varios días de anticipación para ensayos y montaje, fechas que están en el calendario programado y que penden sobre nuestras cabezas. Para poder cumplir con los tiempos habrá entonces que utilizar materiales distintos, más rápidos de trabajar pero que presenten acabados que simulen perfectamente la apariencia del componente real.

No es vano ampliar una consideración que se ha colado varias veces hasta el momento: la seguridad. El material utilizado para la fabricación teatral debe ser extremadamente seguro en todos los sentidos y debe ser manejado con todos los rigores de cuidado que han consignado en las instrucciones para su uso los fabricantes. Hay que leerlas y hacerlas leer. La memoria a veces reemplaza a la confianza y no hay que confiar en ninguna de las dos. Nada se debe caer o reventar si no está previsto en el libreto y, en tal caso, se habrá de probar muchas veces la caída o rotura de los elementos antes de llevarse al escenario, de manera que se tengan perfectamente establecidos y calculados todos los riesgos debidos a rebotes y fragmentaciones del material con que están construídos.

Para terminar debo mencionar una cosa más y muy importante para tener en cuenta cuando se selecciona un material. La incombustibilidad es una característica primordial que debe ser tenida en cuenta en los materiales que usamos en el espectáclo en vivo, pero paradójicamente la mayoría de los materiales que usamos son altamente inflamables. Los fabricantes de materiales para teatro han desarrollado retardantes de combustión para telas naturales o sintéticas, papeles, pinturas y maderas; que se deben aplicar a estos materiales antes de su uso para la escena. Tenemos que importarlos pues no tenemos industria de materiales para teatro en Colombia, pero ahora es muy fácil hacerlo a través de la red.
Infortunadamente en nuestro país no tenemos una normatividad que determine la fabricación y el uso de materiales para la construcción de escenografías y vestuarios para el espectáculo en vivo, esperemos que no sea una tragedia la que determine la necesidad de establecerla. De todas maneras, en nuestro caso, habrá que tener a mano los extinguidores y verificar que estén cargados con los elementos químicos adecuados para esa clase de fuegos.
                                                                                                                             Álvaro Tobón

martes, 30 de octubre de 2007

Diseño de Álvaro Tobón para
el telón de boca de la obra 34% visibles,
coreografía de Rafael Palacios
Vestuario diseñado y realizado por
Margarita Restrepo Uribe
para la obra "Región del Olvido",
coreografía de Iván Tenorio.

Panorama de la arquitectura teatral en Colombia

Primero empecemos por una definición de arquitectura teatral: especialidad de la arquitectura que se dedica tanto al contenedor como al contenido del evento teatral, es decir, asume la conformación del espacio del edificio teatral, sea este perdurable o temporal, y las actividades que allí se suceden.

A su vez el espacio que alberga el evento teatral como tal puede ser una edificación permanente cerrada o al aire libre y también puede ser una conformación que se plasma de manera transitoria en un espacio indeterminado, bien sea un recinto cerrado o un espacio abierto.

Como tal debe tener unas características específicas claramente determinadas: hay un área de recepción del público, un acceso y una manera de llevarlo al adentro hasta convertirlo en espectador, sea éste activo o pasivo. Hay un área para la representación propiamente dicha que puede tener uno o múltiples frentes con respecto al espectador y que funciona además como depósito en todas sus partes: arriba, a los lados, al fondo y debajo, de una infinita gama de artilugios escénicos, hay una área administrativa y una de servicios y todas éstas se interconectan entre sí de diversas maneras, manteniendo independencias e interrelaciones de forma simultanea. El edificio teatral es una máquina en sí mismo, una máquina para fabricar ilusiones a partir de la realidad. Una máquina en donde el presente es el ingrediente fundamental, lo que la hace inevitablemente a prueba de fallos. Una fabrica que alberga multitudes diversas, que hablan idiomas diferentes y que tienen intereses diferentes, una nave que debe permitir cualquier ejercicio de la imaginación, incluso aquel inimaginado o aún no imaginado o, mejor, todo aquel por imaginar. Y cuando es un edificio estable, debe ser perdurable, pero fácilmente modificable, es a la vez un lugar de encuentro, una referencia urbana, una parte del equipamiento cultural de una ciudad, un edificio que pertenece a la comunidad artística del mundo entero.

La arquitectura teatral también se ocupa de lo que allí sucede: hace las escenografías, los diseños de iluminación, los vestuarios y los maquillajes, el sonido, todo lo que se ve y se oye. Y como si esto no fuera bastante, se encarga de organizar los métodos de trabajo y construcción de cada una de las diversas y peculiares aventuras que allí se emprenden para que estas lleguen a su término, feliz o infeliz en los plazos y con los presupuestos previstos. El telón se levanta en una fecha y hora exactas y estas, por regla general, son inmodificables.

Colombia no es ajena a estas reglas. Aquí se vienen construyendo teatros y representando eventos teatrales desde hace tiempos. Con el auge (triunfo) del edificio teatral a la italiana y las maneras de representar obras en esos espacios, aquí se empezaron a construir edificios con tales características como parte de un circuito internacional que servía de casa a las compañías itinerantes. Sucedió en Colombia y en el resto de América. Una sucesión de edificios casi calcados se construyó en el país desde finales del siglo XIX y comienzos del XX, de ellos algunos existen, unos todavía activos, otros en proceso de reactivarse, otros abandonados y muchos más convertidos en espacios para cualquier otra cosa. Además otros edificios, de otros estilos, muy en boga en la primera mitad del siglo XX, edificios mixtos para cine y teatro bajo la figura del “teatro democrático”, todos los espectadores ven y oyen lo mismo, fueron también construidos. Muchos. El cine acabó matándolos como teatros y reinó durante algunos años hasta que a su vez la televisión lo sucedió. Al igual que los otros edificios algunos existen, otros desaparecen y muchos aún se resisten siendo utilizados como bodegas, talleres y parqueaderos.

En Colombia todos estos edificios tiene en común una característica muy particular, que incluso se presenta en los nuevos teatros, esos que se han construido en los últimos 25 años: todos carecen de espacio en la parte de atrás, en la que alberga las zonas invisibles, la que se utiliza la mayor parte del tiempo y por un ejercito en permanente movimiento de artistas y técnicos. Si alguien de ustedes ha tenido la oportunidad de visitar las tripas de los teatros en otras partes del planeta, habrán visto que esa parte es enorme, dos o tres o cuatro o cinco veces más grande que la zona destinada a la sala, los pasillos, escaleras y escalinatas, las cafeterías, los vestíbulos, almacenes, baños, guardarropas y foyeres destinados al público.

Aquí, además de esa clara y enormísima falencia, las sucesivas administraciones de los edificios teatrales se dedican con descomunales bríos a invertir los magros presupuestos en mantener, remodelar, remozar y adornar esas zonas mientras que la parte trasera se cae a pedazos encima de los fabricantes de fantasías e ilusiones. Los técnicos han desaparecido y con ellos el oficio, un quehacer altamente especializado y apreciado en otros puntos del planeta, los técnicos fueron licenciados para disminuir las cargas prestacionales que agobiaban a los teatros mientras la planta administrativa crecía. Los teatros han dejado de producir para convertirse en casas de alquiler para cualquier cosa: sesiones solemnes, cultos religiosos, reuniones políticas, claro, estas ultimas disfrazadas de otras cosas, porque como hay una ley del congreso que las prohibió en los teatros; desfiles de modas, convenciones empresariales y un largo etcétera que finalmente es dinero fácil, la panacea, el bálsamo del momento, el mejor indicador del éxito.

También esos edificios se remodelan. En algunos, y digo algunos porque eso no pasa en todos, afortunadamente, grandes presupuestos se dedican para su adecuación, se hacen estudios, se hacen proyectos, se desarrollan planos y se construyen, en muchos casos, edificios alrededor de los edificios viejos que no sirven para nada o, bueno, sí, para aumentar los costos de mantenimiento de espacios anexos que se quedan nuevos mientras la máquina vieja sigue tal cual estaba o peor pues las nuevas obras la dañan, dañan su acústica, se llenan sus parrillas de aparatos y mamotretos pesadísimos y estorbosos para arreglar la acústica, instalan equipos de sonido y luces sin mantenimiento, representación ni repuestos en todo el continente americano, pero eso sí, las salas y vestíbulos y cafeterías muy bonitas y hasta inteligentes.

A edificios nuevos, mal armados, se les premia con el máximo galardón que otorga la arquitectura: el Premio Nacional de Arquitectura, lo que en ninguna parte queda claro es que el premio se lo dieron a la magnificencia del volumen y no al cómo funciona y para qué sirve. Claro, los estudiantes de arquitectura se remiten a estos ejemplos que aparecen en libros, revistas y videos especializados y los estudian concienzudamente para resolver sus proyectos académicos en los que a veces sacan cinco y si alguna vez se gradúan y si alguna vez ejercen y si alguna vez tienen la oportunidad de construir un teatro, es muy probable que metan la pata y fabriquen un espacio para remodelar.

Pero no todo es solamente así en la arquitectura teatral del país. Esta es una especialidad muy nueva, más nueva incluso que la ingeniería teatral, aún en nuestras facultades de arquitectura e ingeniería no se asoman, sin embargo ya está apareciendo en las carreras artísticas teatrales como un complemento en la formación de directores, coreógrafos, actores y bailarines, una incipiente escuela de diseño y producción escénica ya ha graduado algunos pichones que se dedican a la escenografía, la luz y la producción. Hay varios teatros remodelados con el rigor necesario, por arquitectos e ingenieros que se rodean de gente, técnicos, directores y colegas profesionales con verdadero conocimiento del evento teatral y cuyas intervenciones producen edificios que funcionan con un grado alto de bondad, precisión y comodidad para técnicos, artistas, administradores y público, hay talleres de escenografía que fabrican escenografías para importantes agrupaciones extranjeras y ya se está creando un mercado de exportación desde Colombia a Suramérica de escenografías y vestuarios.

Los edificios teatrales son edificios necesarios para la expresión y la comunicación humana, que permanecen en el tiempo y que se deben mantener actualizados, se deben adaptar permanentemente a los cambios tecnológicos e incluso liderarlos, permitir que los trabajadores del mundo del espectáculo puedan inventárselos; son edificios vivos que deben poder ampliarse, remodelarse, crecer, modificarse y transformarse.

Son estas características las que los convierten en edificios especiales, patrimonio cultural de la humanidad entera.



Álvaro Tobón Hincapié
Arquitecto

Utopía, 11 de Octubre de 2007